Como si necesitáramos más pruebas de que el camino por el que nos ha conducido la eurocracia es cada vez más insostenible, millones de personas fueron a la huelga en varios países europeos durante la semana pasada. Las manifestaciones, como suele pasar últimamente, se tornaron violentas en varios lugares. Las protestas fueron más intensas en España, donde el desempleo supera el 25% y la desesperación por el colapso de la burbuja económica está creciendo día a día.

«The Big Picture» ha plasmado una serie de fotografías delos peores enfrentamientos entre manifestantes y policía.

Todos los grandes medios de comunicación se hicieron eco de las protestas. Der Spiegel escribió que «millones de europeos se unieron en huelgas generales y manifestaciones el miércoles para protestar contra la las estrictas medidas de austeridad adoptadas por sus países. En Portugal y España, duramente golpeadas por la crisis de la deuda, los comercios realizaron una huelga general de 24 horas que paralizó gran parte la infraestructura pública, suspensión del servicio de trenes y puso en tierra a cientos de vuelos, además de cerrar fábricas.»

Esto es lo que ocurre cuando después de décadas de «socialismo», el dinero para pagar todos los servicios gratuitos finalmente se agota, comenta Pater Tenebrarum de Acting Man. “Sin duda, esta afirmación es demasiado simplista. Estamos inclinados a simpatizar con los manifestantes por la siguiente razón: en vez de liquidar los malos créditos y dejar que algunos bancos, mal gestionados y con un nivel de riesgo extremo, y sus tenedores de bonos muerdan el polvo, los eurócratas han decidido esparcir las consecuencias de la bancarrota y dejar que los ciudadanos paguen la factura”, añade Tenebrarum. Y es que en la mayoría de los casos, los ciudadanos más pobres de la sociedad han sido los más afectados.

La mayoría de las personas que se manifestaban no entienden completamente lo que ha sucedido. No se dan cuenta de que la combinación mortal de un estado de bienestar para todos y nuestro sistema bancario actual, ha producido un Boom terminal, y simplemente no hay manera de salir de esta situación sin sufrimiento. Nunca la hubo. Se ha despilfarrado una enorme cantidad de riqueza durante el Boom.

Tampoco hay salvación si se sale del euro, ya que esto tan solo provocaría una catástrofe económica todavía mayor. Sin embargo, las élites políticas y monetarias europeas siguen diagnosticando mal el problema, en muchos casos se niegan a ponerse a la altura de sus ciudadanos y son muy pocos entusiastas en la aplicación de las reformas.

Lo que tienen que saber los manifestantes es que no se podrá volver el status quo anterior por decreto. No hay una varita mágica. Los manifestantes tienen todo el derecho a estar furiosos, pero ellos están airados en contra de algo que no se puede cambiar: la riqueza ha desaparecido. Si los gobiernos comenzaran una nueva orgía de gasto, no harían más que provocar una crisis mayor, muy probablemente sin demora. Más intervención pública no puede ser la solución para un problema que ha sido creado por demasiada intervención (más gobierno).

Se aconsejan reformas radicales a favor del libre mercado, pero no parece que este discurso cale en los gobiernos, ni nadie tiene las agallas para ponerlo en práctica. Y así, la «austeridad», la versión europea de la tortura china del agua, que sólo incluye la reducción de un sector privado, en vez de un menor gobierno, sigue sin ofrecer ninguna luz al final del túnel para las personas que viven en España.

Fuentes: Pater Tenebrarum, Carlos Montero – La carta de la bolsa