El pasado Miércoles 12 tuvo lugar en el Parlamento del reino entre el Sr. Ministro de Economía y el Sr. Alberto Garzón diputado por IU-ICV-CHA. El País del día 13 publicaba, en su Pág. 21, un artículo que compendiaba muy, muy bien lo que sucedió en el hemiciclo.

A resaltar esta frase del Sr. De Guindos: “Si no se consigue en los próximos trimestres una modificación de la situación de los últimos cinco años será imposible que se sigan manteniendo las prestaciones sociales”. Mi lectura es simple: ¿es previsible que en los próximos cuatro o cinco trimestres la economía española alcance una situación semejante en cuanto a crecimiento (independientemente de su calidad) y de acceso al crédito (con independencia de que fuese sostenible) semejante a la existente en el 2007?.

La respuesta a esta pregunta, pienso, es absolutamente negativa porque es totalmente imposible que sea positiva ya que España no va a volver a crecer como creció, luego lo que el Sr. Ministro estaba anticipando, fuese de forma consciente o no, es, sino la desaparición, si un menoscabo profundo del modelo de protección social que se ha conocido en España, y también que sus prestaciones no van a volver porque tal imposibilidad, pienso va a continuar. Es decir, España y su ciudadanía deben ir olvidándose del modelo de protección social que han conocido porque jamás su economía va a volver a ‘lo de antes’, condición sine cuanon para mantener el nivel pretérito de prestaciones.

Continuó el Sr. Ministro en relación a una intervención del Sr. Diputado: “Me dice que deje caer los bancos y que vaya a rescatar a los ciudadanos. Es una frase simple, sencilla y con cierto tinte demagógico. Pero cuando en la historia económica mundial se ha dejado caer el sistema financiero, como en la Gran Depresión, las caídas del PIB no fueron del 3% o 4%, sino del 20% o 25%, por la desconfianza brutal en el sistema”. Ahí el Sr. De Guindos pienso que no atinó: en el 29 no se dejaron caer los bancos, simplemente era imposible sostenerlos porque ni existían instrumentos para ello ni se era consciente de lo que podía suceder si los bancos caían. Recuerde el Sr. Ministro que grandes financieros y hombres de empresa que posiblemente de haber nacido él en aquella época habría admirado, eran partidarios de fiarlo todo a la Mano Invisible y de no intervenir en absoluto en la economía.

Además, las caídas del PIB que se produjeron y que efectivamente fueron del calibre manifestado por el Ministro, se produjeron porque no se dio ningún elemento compensador en la economía porque, pura y simplemente, no existían. Lo de la desconfianza llegó después ya que en aquella época se daba por supuesto que las cosas siempre acababan funcionando, máxime si consideramos que en la Depresión no se dio un proceso de precrisis como el que entre el 2007 y el 2010 en esta crisis se ha producido. ¿Caídas del 20%?. Cuando lleguemos al 2020 podremos ver lo que en verdad han decrecido de forma acumulada las economías mundiales.

El argumento que, pienso, debería haber utilizado el Sr. De Guindos debiera haber sido otro, otro más simple: no se deja caer a los bancos porque si cayeran se originaría un pánico y lo que se ha decidido evitar a toda costa son colas ante las oficinas bancarias.

El Sr. Alberto Garzón dijo que el esquema que se está siguiendo “(…) no va a funcionar porque parte de premisas erróneas que conduce a un modelo de sociedad con más desigualdades, con miseria y con estallidos sociales por las imposiciones que nos dejan sin futuro”. Cierto: como en los próximos trimestres España -ni ninguna otra economía- no va a regresar al 2007, cabe esperar un aumento de la pobreza y la desigualdad, pero esto no será debido al rescate de los bancos. El Sr. Gazón recordará que desde los 1980s cada vez se precisa de menos factor trabajo y que la redistribución de la renta dejó de ser precisa, razón por la cual la clase media está desapareciendo ya que ha dejado de ser necesaria. O sea que sí: más pobreza y desigualdad y con un modelo de protección social en retroceso; ahora bien, lo de que vayan a haber estallidos sociales …

De entrada las revoluciones ya no están de moda, y por otro lado hoy el poder cuenta con una serie de subestructuras y elementos para prevenir, controlar y desactivar posibles conflictos sociales que en los años 30 ni siquiera entraban en la imaginación de autores de ScFi, por lo que pienso que, salvo conatos espontáneos, no son esperables excesivas algaradas, muy pocos motines (si es que alguno llega a producirse) y ninguna asonada. Se revuelve quien nada tiene que perder; y pienso que siempre se mantendrán unos mínimos cuya posible pérdida causará suficiente temor como para diluir ansias reivindicativas.

Dijo también el Sr. De Guindos que “Si no hay crecimiento económico habrá muchos problemas para la sostenibilidad de la economía española”; ciertísimo, y ahí radica unos de los dos superproblemas de España: su economía no crece. Crecen algunas zonas, ciertas áreas, pero en su conjunto España no crece: las previsiones del FMI publicadas a finales de Julio apuntan a que España no va a crecer más del 1,7% en el 2017, y España debe crecer como mínimo al 2% para crear ocupación neta. Más desempleo, menos recaudación fiscal, más deuda pública. ¿Sostenibilidad?, ¿qué sostenibilidad?. (El otro superproblema es la imposibilidad de que España pueda pagar todo lo que debe).

Y añadió el Sr. Ministro: “Esa situación dio lugar a movimientos absolutamente extremistas que llevaron a la Segunda Guerra Mundial”. Quiero suponer que el Sr. De Guindos no estaba especulando sobre la posibilidad de la III GM. En términos políticos la situación hoy en nada se asemeja a la existente en 1939; en segundo lugar, el sustrato ideológico que llevó a que alemanes y franceses, japoneses y estadounidense se matasen entre si hoy brilla por su ausencia (y que se maten ciudadanos de África y se destruyan puentes de cañas no genera PIB); en tercero, en una guerra hoy no habría ni vencedores ni vencidos. Estaría bien que alguien le preguntase al Sr. Ministro porqué mentó la guerra en el Parlamento.

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull. La carta de la bolsa