Muy interesante la entrevista comentada que al Premio Nobel de Economía Peter A. Diamond publica El País del 01.04.2013 en su Pág. 22. Experto en modelos explicativos de mercados de trabajo, el Dr. Diamond habla sobre pensiones.

Leyendo lo que dice el Nobel, leyendo lo que se publica por ahí, escuchando lo que dicen políticos y expertos, la sensación que da es que se está preparando a la población, a las distintas ciudadanías de los países que tienen incorporado algún sistema de pensiones a su modelo de protección social, para un cambio radical, radical y rápido. Esta sensación se acrecienta en relación a las economías que tienen sistemas de pensiones de reparto.

Las afirmaciones sobre ‘las pensiones’ que desde hace unos veinte años se están haciendo – empezaron poco después de la desaparición de la URSS- se dividen en dos tipos: las que asustan y las que tranquilizan. Las primeras plantean una probabilidad muy elevada de descenso en los importes de las pensiones en un futuro indeterminado, las segundas dicen que necesariamente deberán producirse cambios para adaptar una serie de parámetros a una nueva realidad pero ello no impedirá en que las pensiones públicas continúen pagándose. La referida entrevista al Premio Nobel se incluiría en ese segundo grupo.

Sin embargo, y como está sucediendo en estos últimos años, deja abiertas más puertas que las que cierra. Dice el Dr. Diamond que el problema no está en la economía sino en el diseño del sistema de pensiones. Si, pero no sólo es un tema de esperanza de vida, sino, fundamentalmente, de necesidad.

La masificación mundial del sistema de pensiones de jubilación se produjo tras la II GM (en USA Roosevelt lo implantó en los años 30 para comprar el voto favorable de los sindicatos al New Deal). La implantación del sistema de pensiones en numerosos países se debió, fundamentalmente, a tres factores: 1) aumentar el consumo total vía el consumo de las personas ya no aptas para el trabajo, 2) comprar la paz social en un momento en el que Europa se hallaba deshecha y la propaganda ‘del otro lado’ llegaba a raudales, y 3) dar esperanzas a las generaciones jóvenes de que su ancianidad estaría exenta de tensiones, lo que contribuía a un mayor consumo durante su vida activa.

La realidad actual va por otro lado. Quienes dicen que el sistema de pensiones debe ser reformado dicen que ello es debido a que la esperanza de vida es hoy mayor que en los años 1960s, lo que es cierto, pero, ¿cuál será la esperanza de vida en el 2030 o en el 2040 cuando el modelo de protección social sea una pálida sombra de lo que fue, de lo que aún es?. (En Rusia, tras la desaparición de la URSS en 1991 y el hundimiento de su sistema de salud, la esperanza de vida se había reducido en cinco años seis años después).

Pero lo que verdaderamente sorprende en las palabras del Nobel es el trinomio “pensiones confortable” – “trabajar más” – “pensiones más pequeñas”. De entrada, ¿qué es una pensión confortable?, ¿la que permite vivir con deshago en la vejez?; pero entonces, ¿cómo pueden sostenerse si la esperanza de vida él mismo asume que está aumentando?, ¿trabajando más años?, ¿reduciendo el importe de la pensión media?; pero, ¿serán, entonces, confortables esas pensiones?.

Pienso que debería acuñarse un concepto nuevo que, que yo sepa, no existe: ‘Población activa probablemente ocupada’; lanzo la idea. Las pensiones públicas de jubilación basadas en un método de reparto se sustentan en un esquema muy simple: aquellas/os de Uds. que hoy estén ocupados (ya sé que, de momento, por las personas desempleadas cotiza el Estado) cotizan para pagar las pensiones de las personas que hoy las están percibiendo; y Uds. cobrarán una pensión por la que cotizarán las y los jóvenes que hoy están estudiando o empezando a trabajar. Pero ese esquema se fundamenta en que la tasa de ocupación y en el volumen de cotización son constantemente crecientes.

Pienso que la ‘Población activa probablemente ocupada’ tiende a la baja por dos razones: porque la productividad aumentará y cada vez la demanda de trabajo será menor, y porque los salarios medios tienden a la baja debido a que la oferta de trabajo será tendencialmente muy superior a la demanda de trabajo, y ello se prolongue la edad de jubilación o no se prolongue. (Prolongarla tiene una ventaja: de media las cotizaciones de las personas mayores son más elevadas que las de las jóvenes porque sus bases salariales son mayores, de momento, claro, por lo que se produce un ahorro en la cantidad total pagada en pensiones).

Tasas de desempleo estructural mayores, junto a salarios medios más reducidos suponen menores cotizaciones, luego, o las pensiones no podrán ser ‘confortables’, o la población ocupada deberá trabajar muchos más años (si se lo siguen permitiendo) a fin de compensar unos mucho menores importes en las pensiones medias. (Es curioso que el Dr. Diamond hable como habla cuando en USA es creciente el número de personas que se está desjubilando debido a que la pensión que percibían no le daba para vivir, ni confortablemente ni de ninguna manera que se le parezca).

¿Qué pienso que va a suceder con las pensiones?. Pienso que no van a desaparecer porque el número de personas ‘jubiladas’ va a ser tendencialmente creciente: personas no necesarias o muy parcialmente necesarias para generar PIB que deberán ser mínimamente subsidiadas para garantizar su subsistencia, tanto durante su vida activa como pasiva. Por tanto, con el nombre que sea, esa renta mínima permanecerá.

Hasta llegar a ese escenario, se continuará hablando del futuro de las pensiones, se irán complicando los requisitos para su percepción, se irá reduciendo su importe medio y se utilizará activamente ese elemento del que apenas se habla: el factor de sostenibilidad, haciendo depender el importe de las pensiones de variables ‘aún por definir’ que recojan la marcha de la Economía.

(¿Un plan de pensiones?. Sugerencia: analicen la rentabilidad media de esos instrumentos en los últimos años, y analicen los rendimientos de los fondos de pensiones de países que tienen sistemas de pensiones de capitalización, como Chile. Hasta ahora en España la rentabilidad de los planes de pensiones, pienso, ha sido básicamente fiscal: en conjunto, el 90% de sus aportaciones se hacen en Diciembre; claro que también eso puede cambiar).

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull. Lacartadelabolsa