The Box Tops, 1967.Dice el refrán que todo se acaba sabiendo; pienso que todo no, pero sí algunas cosas. Por ejemplo ahora se ha sabido del contenido de la carta que el BCE -con firma también del BdE-remitió al Gobierno del reino en Agosto pasado: la factura del coste de comprar deuda pública española a fin de que no se produjese una debacle (que no le interesaba a nadie, sobre todo al BCE).

Lo más significativo, por llamativo, pienso, es la referencia que en la carta se hacía a lo que después fue -con la Reforma Laboral que ahora luce en España-: el Contrato para Emprendedores. La carta decía al respecto que debería crearse un “contrato laboral de carácter excepcional que contemple indemnizaciones bajas por despido durante un espacio de tiempo limitado”.

La letra pequeña de la Reforma Laboral que tan rápidamente puso en marcha el actual Gobierno y que tan poco ha sido contestada, dice que este contrato par emprendedores que contempla el despido sin indemnización alguna en cualquier momento del primer año de contratación, se aplicará a las empresas de menos del 50 trabajadores mientras la tasa de desempleo se halle por encima del 15%.

Supongo que ven por donde, pienso, irán los tiros. Durante muchos, muchos años: muchísimos, la tasa de desempleo estará situada en España por encima del 15%, de hecho diversos estudios apuntan a un desempleo estructural en España para después de, de entre el 12% y el 18% con valores medios de entre el 14% y el 16%. Por otra parte, el límite de los 50 trabajadores puede fácilmente eliminarse justificándolo en el hecho de que ello será positivo para … la creación de empleo; no, en serio: para fomentar la contratación vía las necesidades que se vayan derivando de un esperado crecimiento y admitiendo (pienso que cada vez se van a admitir más cosas) que aquella-cosa-llamada-precariedad aumentará (“¡No a los contratos detritus, si a los contratos basura!”, Forges hace algunos años). De hecho muy bien podría estar este punto contemplado en esa segunda Reforma Laboral que demanda la CEOE.

España está avanzando inexorablemente hacia aquella otra cosa que antes se denominaba ‘despido libre’ y que ya no se llama así porque es muy importante utilizar palabras y conceptos que no molesten, y las palabras y conceptos que tienen connotaciones negativas molestan. Es mucho mejor justificar las decisiones por medio de razonamientos técnicos. Despido libre, no: adecuación permanente de las condiciones de contratación a las necesidades de la demanda de trabajo en una atmósfera de optimización continuada del uso de los factores productivos. Se está diciendo lo mismo, pero, ¿a quién molesta?.

Si a eso añadimos que los convenios colectivos sectoriales y provinciales no van a tener cabida porque las necesidades de una empresa de este sector aquí no tienen nada que ver con las de aquella de aquel sector allá; y con que la inflación no tiene nada que ver con las posibilidades de una empresa para pagar los salarios que pague, máxime si la oferta de trabajo va a tender a estar permanentemente por encima de la demanda de trabajo, y teniendo en cuenta que la inflación va a estar muy, muy controlada porque lo va a estar la cantidad de dinero en circulación (adopte este la forma que adopte) así como el consumo de todo, por lo que, pienso, lo que puede esperarse, referido a España es:

un factor trabajo muy barato tanto en términos medios como individuales, una tasa de desempleo estructural muy elevada, la generalización del empleo a tiempo parcial y de forma discontinua, y todo ello acompañado de la reducción de la protección por desempleo (debido a la caída en la recaudación fiscal) y a fin de contribuir a que las estructuras de costes sean lo más reducidas posibles.

 

Gimme a ticket for an aeroplane

I ain’t got time to take a fast train

Lonely days are gone, I’m a-goin’ home

‘Cause my baby just wrote me a letter

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Parece que BCE + FEEF se van a meter con la deuda (pública) hasta donde haga falta (imaginen como deben estar las cosas), pero pienso que se equivocan: el problema es la deuda total, y más para España, y de eso nadie dice nada. Además, pienso, ya saben, que es imposible ‘resolver’ el problema de la deuda (pública) sin abordar a la vez el de la basura de los bancos,  y el de las cuentas de los Estados, y el papel de cada cual en esta cosa-llamada-Europa. ¡Y España no crece!.

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull. La carta de la Bolsa