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Todos sabemos que es mucho más difícil vender que comprar. En este asunto entra en juego las emociones, pero es importante no “encariñarse” de ninguna acción porque son simplemente instrumentos de inversión.
El exceso de codicia o el orgullo le puede costar algún que otro disgusto.
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Aquí hay cuatro directrices para ayudarle a decidir si se debe vender o mantener sus acciones:
1. Algunas acciones comienzan a tener un gran peso en su cartera. Cada vez que una acción alcance el 5 o 10% de su cartera, analice si se ajusta a su objetivo de inversión. Las acciones que han subido tan rápido que ahora significan más del 10% de una cartera deben venderse gradualmente.Nunca venda toda su posición en una acción a la vez. Venda un poco cada vez y compre poco a poco.

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Seguir con su plan de inversiones a largo plazo es la clave del éxito. Esto significa mantener su estrategia de inversión. Por ejemplo, las acciones de consumo Básico pueden comprender el 20% de una cartera de renta variable. De esta manera, se reduce el riesgo de estar expuesto en exceso a un solo sector.

 

2. Cambian los fundamentales de la empresa. El derrumbamiento de las finanzas de una empresa, especialmente el crecimiento de los ingresos y beneficios, puede sugerir un grave problema. Estas finanzas pueden cambiar por muchas razones, incluyendo la pérdida de ventajas competitivas o cambio de gestores.

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Una importante empresa de tecnología es un buen ejemplo de esto. Los ingresos de la compañía han disminuido y las ganancias brutas, que miden el costo de la generación de esos ingresos, también han caído. En el lado positivo, la compañía contaba con una enorme reserva de efectivo y repartía buenos dividendos justo al final de su último trimestre.
Teniendo en cuenta estos cambios fundamentales, esta acción podría encajar ahora mejor en un tipo de inversión de valor que de crecimiento.

Hay que vigilar especialmente cuando los beneficios de una compañía se desploman. ¿Ha vendido la empresa una división? ¿Son los ingresos cíclicos, como con las empresas mineras? analizar las cuentas de resultados puede dar a los inversores una idea de lo que ha sucedido.

Si los gestores no pueden explicar la caída de los beneficios, considere vender las acciones. Todos los directores ejecutivos saben que el mercado está vigilando los beneficios.

Es recomendable evitar acciones que tienen grandes oscilaciones en sus beneficios y centrarse en aquellas con beneficios consistentes. Incluso cuando hay incertidumbre económica, estas acciones se comportan relativamente bien.

3. El precio de la acción supera el crecimiento futuro. Para examinar las perspectivas de crecimiento de una empresa, eche un vistazo a las estimaciones de beneficios de los analistas. Por lo general se denominan estimaciones de beneficios de consenso y son emitidas por un amplio número de analistas. Se pueden encontrar en varios sitios web financieros.

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Si las estimaciones de los analistas caen en los últimos trimestres, se genera una mala señal para la acción. La razón: el desplome de las estimaciones pueden arrastrar a la baja a las acciones de crecimiento durante bastante tiempo. Según la Asociación Americana de Inversores Individuales, las acciones con sorpresas de beneficios negativas tienen un comportamiento muy por debajo del mercado durante el siguiente año.

4. El PER de una acción se dispara. Los ratios PER (precio de la acción/beneficio por acción) son unos buenos y sencillos indicadores para los inversores. Un punto de análisis es ver si una empresa tiene un PER sobrevalorado en comparación con compañías homólogas. Otra forma es comparar el PER con su promedio de 10 años.

Si es mucho más alto, debe haber una buena razón. Cuando usted compra una acción, debe conocer su pasado y sus perspectivas. Acciones que han subido mucho podrían haber descontado ya todas las positivas perspectivas y es en ese momento en el que se deberían recoger beneficios. Este método también ayuda a tomar decisiones dejando aparte las emociones.