La temporada de resultados del 3T12 se está saldando con un porcentaje de sorpresas positivas ligeramente superior al 63% si tomamos como referencia las compañías del S&P 500.

Estos resultados han venido acompañados de falta de visibilidad en las previsiones de las compañías, que no se han atrevido a formular estimaciones de beneficios de cara a los próximos meses.

Además, de los resultados, parece emerger una tendencia clara: más visibilidad para las compañías con un marcado carácter doméstico (Consumo Discrecional y Financieras) comparado con sectores con mayor exposición internacional (Tecnología e Industriales). Frente a las voces que apuntan a que podríamos estar en los primeros estadios de una contracción en beneficios, pensamos que estos resultados son fruto de la desaceleración de la economía global acaecida en el verano y la incertidumbre que rodea a la resolución del fiscal cliff.
Así, el momentum de beneficios debería volver a recuperar vigor conforme se vaya consolidando la estabilización de la economía global y se despejen las dudas políticas. En este sentido, el ritmo de inversión de las compañías debería acelerar tras la celebración de las elecciones estadounidenses, mientras que los márgenes de las empresas deberían estar soportados ante la estabilidad de los costes laborales. Por tanto, parece lógico pensar que el tercer trimestre de ejercicio marque un suelo en beneficios, ayudado por el final de la incertidumbre política y una mayor tracción del ciclo económico.

Los próximos eventos políticos en EEUU, China y la zona Euro podrían tener una influencia muy importante sobre el sentimiento empresarial de cara al corto y medio plazo. En lo que respecta a las elecciones presidenciales estadounidenses, donde las encuestas apuntan a un sprint final, la composición final del Congreso va a determinar el tipo de política económica que se aplicará en EEUU en los próximos cuatro años. En este sentido, pensamos que la incertidumbre generada en torno a la resolución del fiscal cliff ha contribuido a la cautela con que han afrontado las empresas estadounidenses la última parte del año, en particular en lo que respecta a sus planes de inversión y contratación. Así, los resultados de las elecciones tienen el potencial de reducir el grado de incertidumbre, en especial si se produjera una clara victoria de uno de los partidos, tanto en la Casa Blanca como en el Congreso.

Sin embargo, las encuestas apuntan a que Obama acabará ocupando el sillón presidencial en un segundo mandato, mientras que el Congreso permanecerá divido (los Demócratas podrían tener el poder en el Senado y la Cámara de Representantes acabaría en manos Republicanas). Aunque esta combinación no es óptima para afrontar las negociaciones del fiscal cliff, podría haber margen suficiente para una resolución parcial de las cuestiones fiscales, que evitaría la entrada en recesión de la economía estadounidense.

A su vez, el próximo jueves comienza en Pekin el Decimoctavo Congreso del Partido Comunista, donde se espera el ascenso a la presidencia de Xi Jinping y de una nueva generación de líderes políticos que deberán impulsar nuevas reformas estructurales con el fin de consolidar el ritmo de crecimiento chino. En este sentido, la estabilización mostrada por las últimas variables chinas podría traducirse en pasos más prudentes desde el punto de vista de la política fiscal y monetaria. Por tanto, es poco probable que (i) se aprueben grandes paquetes de estímulo fiscal adicionales en lo que queda de 2012, aunque no descartamos medidas puntuales concretas; así como (ii) recortes adicionales del tipo de interés, si bien la política monetaria continuaría teniendo un sesgo acomodaticio que se traduciría en bajadas adicionales del coeficiente de caja.

Mientras, en la zona Euro, la actividad institucional continúa estancada. A pesar de la voluntad mayoritaria del Consejo de Gobierno del BCE de comenzar a utilizar el programa de compras de activos (OMT), se sigue sin avanzar hacia la puesta en marcha de una línea preventiva de ayuda al soberano español, condición necesaria para su activación. Además de la reticencia por parte del Gobierno español, en parte lógica debido a la probable introducción de nuevas condicionalidades macroeconómicas, lo cierto es que la posición de liquidez del Tesoro y el asequible calendario de vencimientos para lo que queda de 2012 hacen que no exista una urgencia inminente para la solicitud de ayuda. Adicionalmente, Alemania tampoco tiene prisa y preferiría que la solicitud se encuadrase en un paquete de ayuda más amplio, que incluyese a Grecia y Chipre, con el fin de no dejar ningún cabo suelto. En este sentido, en la próxima reunión del Eurogrupo (12 de noviembre) podríamos ver nuevos avances, aunque lo más probable es que la discusión se centre en torno a Grecia, que debe aprobar en su Parlamento esta semana un nuevo paquete de ajustes fiscales (superior a los 13.000 millones de euros), para que el Eurogrupo autorice el desbloqueo de un nuevo tramo de ayuda financiera. Banif