Cuando trabajaba de trader profesional, hace ya algunos años de esto, uno de los principales retos de mi día a día era el de mantener un estricto control mental en mis operaciones.

No dejarse guiar por la avaricia o el miedo es un consejo que seguramente habrán leído en muchos manuales de inversión. Pero de lo que no se habla tanto es de la frecuencia idónea con la que se debe operar.
Un trader tiende a hacer honor a su nombre y a justificar el salario que recibe o el tiempo que emplea, operando más de lo que sería conveniente. Sentado frente a la mesa de operaciones creía descubrir oportunidades de trading constantemente, y sólo ese control mental me hacía ser cauto con mis primeros impulsos, y racionalizar la toma de decisiones. Pero créanme, no es fácil.
Si en aquellos momentos era contraproducente para un gestor excederse en el número de operaciones diarias que realizaba, hoy en día es mucho más negativo.

Hace unos días Knight Capital, una firma dedicada a transacciones de alta frecuencia, experimentó un fallo de software que activó la contratación de millones de acciones en unos minutos. El efecto no fue muy intenso en el mercado, pero lo suficiente como para mostrar la gran importancia que tienen actualmente en  los mercados estos programas operativos. Todos recordamos el “flash crash” de mayo de 2010.
La posibilidad de que un trader particular o profesional pueda tomar ventaja de esta volatilidad, o de las distorsiones que se producen en las bolsas en el corto plazo, es muy baja. Esas ineficiencias del mercado son detectadas por estos programas de forma casi automática, y aprovechadas hasta que desaparecen. Es muy ingenuo pensar que se puede ser más listo o más rápido que estas supercomputadoras. El trading de corto plazo es un campo dominado casi exclusivamente por este tipo de inversores.
Hulbert Financial Digest realizó recientemente un estudio entre 200 gestores de inversión en el que se investigaba la relación entre rendimiento y frecuencia de operaciones. La conclusión es que se encontró una correlación inversa estadísticamente muy significativa entre estos dos factores. Los gestores que operaban con menos frecuencia tenían una rentabilidad promedio mucho mayor a largo, que aquellos que operaban con mayor frecuencia.
Es más, los gestores con mejor rendimiento en los últimos 25 años fueron aquellos que mantuvieron sus posiciones en la cartera durante un largo periodo de tiempo (entre 3 y 7 años). Existen otros estudios similares con parecidas conclusiones.
En la segunda parte de la década iniciada en 1990, era habitual ver en las salas de inversión a traders profesionales y por cuenta propia, realizar 5, 10, 15 operaciones al día. A algunos les fue bien durante algún tiempo, a otros no también. En estos momentos esa forma de invertir no es aconsejable ni probablemente rentable en un largo periodo de tiempo.
Quizás el dicho “comprar y mantener” no les parezca especialmente atractivo, o simplemente una forma aburrida de acercarse a los mercados, pero todos los datos apuntan a que es la forma de invertir más rentable para el largo plazo. Y uno no va al mercado a divertirse, sino a ganar dinero. Carlos Montero – La carta de la Bolsa